Sunday, April 13, 2014

PARA LO QUE HAY QUE VER....

Siguiendo con el tratamiento de los temas profundos de la vida, se me ocurrió tratar mi extensa y mala experiencia con el desempañador del auto.

Comenzado este otoño particular me subo al auto como todas las mañanas para llevar los niños al colegio y noto con profundo pesar que tengo el parabrisas empañado y esa (aunque les parezca mentira) es una de esas cosas que me generan angustia. 

Sé que "angustia por empañamiento" puede sonar un tanto fuerte por tratarse de algo simple, pero acaso la vida no se trata de un cúmulo de pequeñas cosas? Una pequeña molestia reiterada no puede/debe producir angustia? Tiene que ser un problema existencial para que podamos hablar de angustia?


Mi incapacidad para utilizar correctamente el desempañador del auto es casi igual a mi INCOMPATIBILIDAD los botones de abrir y cerrar las puertas de los ascensores (y si, hay lugares donde la "rubitud" es más expresa) .....basta que alguien me pida que le sostenga abierta la puerta, para que yo SISTEMÁTICAMENTE, me equivoque de botón y oprima el de cerrar, provocando justamente eso cerrarle la puerta en la cara a quien en mi intención era … ayudar. Ni les cuento lo bien que la paso cuando la puerta se vuelve abrir (generalmente por causas ajenas a mi voluntad) y me tengo que bancar por unos cuantos pisos la cara de reprobación de copiloto ascensorístico.

Pero volviendo al auto, mi frustración es tan grande cuando no puedo ver hacia afuera que toco TODOS los botones relacionados con la ventilación de una manera absolutamente anárquica, razón por la cual aunque eventualmente se desempaña...nunca sé qué fue lo que hice para que eso sucediera.

Mientras hiperventilo oprimiendo y girando cuanta perilla encuentro en el tablero y comienzo a pedirle a mis hijos que busquen un trapo, inútilmente, no porque no lo hagan, sino porque jamás tengo una franelita en el auto. Como corolario de esa búsqueda frenética, suele aparecer algún pañuelito de papel descartable (en el mejor de los casos limipio) que comienzo a pasar más por reflejo que por convicción ya que internamente sé que es un error.

Después de esa desesperada acción tengo no uno sino dos problemas, el vidrio está empañado y lleno de pelusas con lo cual mis posibilidades de ver al exterior son aún menores.

En este punto es donde requiero la colaboración de alguno de mis eventuales acompañantes y solicito cualquier prenda (que se puedan sacar con facilidad y no los afecte en su pudor) que generalmente se traduce en alguna bufanda o guante......

Alguna vez pasaron algo de lana por una superficie empañada y con pelusa? No?  Bueno, si aún no lo han hecho....no lo hagan, porque el resultado es espantoso...empañado, con pelusa de papel y pelusa de lana.

 Inmersa en este estado de dificultad visual se requiere una medida extrema y es en ese punto que decido “sacrificar” heroicamente la manga de mi propia camisa/remera/buzo, en el altar de la visibilidad.


Para entonces alguna de las combinaciones de botones que oprimí con anterioridad ya hizo efecto y se ve un poco más hacia afuera....hacia adentro se ve un tanto más confuso y comienzo a pensar que por ahí estoy necesitando una hora más de terapia semanal... o quizás relajarme y esperar un poco a volver a tener ganas de ver...

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