PARA LO QUE HAY QUE VER....
Siguiendo con el tratamiento de los
temas profundos de la vida, se me ocurrió tratar mi extensa y mala experiencia con el desempañador del auto.
Comenzado este otoño particular me
subo al auto como todas las mañanas para llevar los niños al
colegio y noto con profundo pesar que tengo el parabrisas empañado y esa (aunque les parezca mentira) es una de esas cosas que me generan angustia.
Sé que "angustia por empañamiento" puede sonar un tanto fuerte por
tratarse de algo simple, pero acaso la vida no se trata de un cúmulo de pequeñas cosas? Una pequeña molestia reiterada no puede/debe producir angustia? Tiene que ser un problema existencial para que podamos hablar de angustia?
Mi incapacidad para utilizar correctamente el
desempañador del auto es casi igual a mi INCOMPATIBILIDAD los botones de
abrir y cerrar las puertas de los ascensores (y si, hay lugares donde la "rubitud" es más expresa) .....basta que alguien me
pida que le sostenga abierta la puerta, para que yo SISTEMÁTICAMENTE,
me equivoque de botón y oprima el de cerrar, provocando justamente
eso cerrarle la puerta en la cara a quien en mi intención era …
ayudar. Ni les cuento lo bien que la paso cuando la puerta se vuelve
abrir (generalmente por causas ajenas a mi voluntad) y me tengo que
bancar por unos cuantos pisos la cara de reprobación de copiloto
ascensorístico.
Pero volviendo al auto, mi frustración
es tan grande cuando no puedo ver hacia afuera que toco TODOS los
botones relacionados con la ventilación de una manera absolutamente anárquica, razón por la cual
aunque eventualmente se desempaña...nunca sé qué fue lo que hice
para que eso sucediera.
Mientras hiperventilo oprimiendo y
girando cuanta perilla encuentro en el tablero y comienzo a pedirle a
mis hijos que busquen un trapo, inútilmente, no porque no lo hagan,
sino porque jamás tengo una franelita en el auto. Como corolario de esa búsqueda frenética, suele aparecer algún pañuelito de papel descartable
(en el mejor de los casos limipio) que comienzo a pasar más por
reflejo que por convicción ya que internamente sé que es un error.
Después de esa desesperada acción
tengo no uno sino dos problemas, el vidrio está empañado y lleno de
pelusas con lo cual mis posibilidades de ver al exterior son aún
menores.
En este punto es donde requiero la colaboración de alguno de mis eventuales acompañantes y solicito cualquier prenda (que se puedan sacar con facilidad y no los
afecte en su pudor) que generalmente se traduce en alguna bufanda o
guante......
Alguna vez pasaron algo de lana por
una superficie empañada y con pelusa? No? Bueno, si aún no lo han
hecho....no lo hagan, porque el resultado es espantoso...empañado,
con pelusa de papel y pelusa de lana.
Inmersa en este estado de dificultad visual se requiere una medida extrema y es en ese punto que decido
“sacrificar” heroicamente la manga de mi propia camisa/remera/buzo, en el
altar de la visibilidad.
Para entonces alguna de las
combinaciones de botones que oprimí con anterioridad ya hizo efecto
y se ve un poco más hacia afuera....hacia adentro se ve un tanto
más confuso y comienzo a pensar que por ahí estoy
necesitando una hora más de terapia semanal... o quizás relajarme y esperar un poco a volver a tener ganas de ver...
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