Es tuya Juan
Cambiar de analista es en
si mismo una molestia, todo el tema de volver a empezar, presentarse
una vez más y sobre todo presentar las propias miserias, que están
ahí molestando, y de las que uno por lo general no quiere hablar....
No hace un año aún,
decidí hacer ese cambio en pos de variar el enfoque, quería saber
si hablando los mismos temas con un hombre me sacaba al menos del
lugar en el cual me encontraba empantanada. Y así medio protestando
llegué a la primera consulta para encontrarme con una persona que en
su momento me pareció bastante rara.
Nuestros primeros
encuentros eran ásperos y yo sentía que me costaba mucho empatizar
con él lo cual él parecía disfrutar bastante. De allí pasamos al
duelo intelectual a ver quién era más inteligente, hasta que un día
me paró el carro y me dijo que si no dejaba de intentar ganarle no
íbamos a ir a ningún lado.
No puedo precisar
exactamente cuándo, pero creo que fue desde ese momento en el cual
nuestra relación se volvió más fluída y de ahí pasamos a tener
largas charlas en donde además de hablar de cuestiones propias de la
terapia conversamos a cerca de sus clases de pintura y mis clases de
stand up.
Para entonces ya me
empezaba a preguntar el por qué? en la tómbola de las posibilidades este tipo
cayó en el casillero de ser mi analista en vez de mi amigo
(tendrémos que hablar el temita de la transferencia?), porque creo
que de haber sido otras las circunstancias....NO, definitivamente no
habríamos sido amigos primero por la gran diferencia generacional
(JA!) y otro poco porque él es demasiado puntilloso y yo soy
demasiado irreverente e imagino que no me habría considerado digna
de su amistad, mi desprolijidad no se la hubiera bancado.
Y así llegué a su
puerta, con demasiados duelos para elaborar, muchos enojos para
desarmar y poquísimas certezas. Lo cierto es que en este momento de
la vida tengo la inquietud de si tendría que estar o no en pareja y
eso es de lo que venimos hablando últimamente, de los distintos
tipos de relaciones que uno puede establecer con el género opuesto
en mi caso.
Hablamos de los amigos, de
la suerte que tengo de tener a los mismos desde hace tantísimos
años. De mi debilidad inconsciente por los hombres aún en la amistad
pura y simple, y de mi manera de vincularme de una manera tan
masculina, al punto que dos de ellos me llaman hace más de 20 años
“Cacho”.
Hablamos de los amigos con
derecho, un rubro que en general es despreciado por el género
femenino, pero que tiene el encanto de cubrir muchas necesidades
simultáneamente, que tiene sólo la contra de la temporalidad. Pero
al fin y al cabo no son todas las relaciones temporales?....esta
tiene la ventaja de que tiene la fecha de vencimiento a la vista y eso
si, nunca y cuando digo nunca significa jamás se vuelve una relación
de pareja.
En este derrotero de las
posibles relaciones que una puede tener con el sexo opuesto llegamos
a la de amantes, que sinceramente me cuesta definir, sobre todo por
tener tan arraigada la categoría anterior.
Aquí toma las riendas
Juan desde su altura física e intelectual y me pregunta con su
habitual tono socarrón cuando cree que sabe algo que yo no.....”Vos
sabés lo que significa la palabra amante?”, aclarándome
previamente que la palabra en si misma tiene una connotación social
disvaliosa errónea.
Yo también lo miro
sobradora un poco de reojo sin querer dar el brazo a torcer y le
digo........imagino que de todos modos me lo vas a decir vos ....no?
Y el como quien tiene el
ancho de espadas en la última mano del truco me dice poniendo voz
de locutor “Amante es el activo en el amor”
No puedo reprimir la risa,
es más ni siquiera lo intento y le digo Juan, ese es el nombre de
una murga!!!! , y la murga no me va, acordate que tengo problemitas
de cadera.... así que como ya es la hora te dejo con los murgueros,
que yo me voy con mi música a otra parte.
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