Friday, December 12, 2014

A cuánto estamos de Pehuajó?

La altura del año, con sus despedidas, egresos, planificación de fiestas navideñas me enfrentan al inevitable balance de lo proyectado, en primer lugar para el año....y en segundo para la vida.
Con relación al año, creo que fue bastante positivo, pues me conformaba con poder sobrevivirlo y el hecho de estar escribiendo este post, es la prueba fehaciente de que lo he logrado y con creces....ahora cuando me pongo a pensar en lo que tenía planificado para la vida la cosa es un tantín diferente.

Trataba de poner esto en palabras a este gustito agrio emocional hablando con mi amigo Oscar, cuando se me ocurrió preguntarle: “Te acordás de los sea monkeys?” Lo cual fue sin duda una pregunta casi retórica, pues no puedo creer que alguno de mis congéneres ignore de que se trata.
Por suerte, esta vez decide no hacerse el pendejo y me contesta con un Si rotundo....”Cómo no me voy a acordar?”.
Contenta de encontrar ese punto de partida común, arremeto rápidamente con un: “Alguna vez viste uno?”, sin duda una pregunta capciosa, pues hasta ahora no he conocido ser viviente que haya tenido el placer/honor de comprobar la existencia de esos bichos, creados por el marketing setentoso.
Una vez más no me equivoco y tengo el tan preciado “No” como respuesta y es ahí donde le digo.....bueno, así es como me siento yo ahora, como cuando los sea monkeys aparecieron en mi vida.


Si le habré suplicado a mi madre para que me compre un sobrecito de esas maravillosas criaturas marinas que cobraban vida una vez sumergidas en agua.
Recuerdo también la expectativa que me generó el interminable proceso de la adquisición de los mismos, la limpieza de la pecera y la minuciosa lectura de las instrucciones que seguí al pie de la letra para llegar al resultado deseado.
También rememoro, no sin un dejo de ansiedad, los días posteriores, en los cuales volvía del colegio y corría desesperadamente a ver la pecera sin siquiera apoyar el portafolio (ya que en ese momento las mochilas sólo las usaban los boy scouts)
Puedo volver a experimentar la sensación de descontento paulatino que iba creciendo con el correr de los días en la misma medida en la que el agua se iba enturbiado, opacando mis esperanzas de presenciar el acto mágico del comienzo de la vida de estas (según la publicidad) simpáticas criaturas.
Recuerdo los imperturbables ojos de mi madre el día en el cual el agua comenzó a oler a podrido y con su rigidez germana decidió tirar por la pileta de la cocina lo que para ella era un poco de agua sucia, pero sin que fuera visible mucho de mi ilusión.
Será por eso que para intentar paliar mi descontento me comentó que posiblemente yo necesitaba una mascota un tanto más criada....o al menos que no viniera en un sobrecito, que inmediatamente me dispararon la efímera ilusión de tener un perrito, y digo efímera porque no tardó en llegar a casa Manuelita, que sólo para hacer honor a su nombre era una … tortuga.


Es curioso como cuarenta años después pueda experimentar la misma sensación de expectativa/ansiedad/fracaso/frustración, claro que ahora a la medida de mis (bien llevadísimos...ja!) 47 años. Lo bueno es que ahora me puedo guiar por la experiencia y sé que me tengo que tranquilizar esperando que aparezca la tortuga.....lástima que ahora también sé que caminan muy lento.

Tuesday, December 02, 2014

Con el "GENERO" podés hacerte un vestidito

La semana pasada se conmemoró el día internacional de la lucha contrala violencia de género y mi facebook se vió inundado de comentarios alegóricos.
En general no suelo hacerme eco de este tipo de hechos pero debo reconocer que la palabra género me suena irritante, porque es una palabra que logra prender todas mis alertas de rechazo.
Lo primero y más básico tiene que ver con la utilización peyorativa que se hace del término en si mismo, cuando se le da la connotación de debilidad, de justificación para actuar o dejar de actuar como lo haría alguien del “género opuesto”. Y a esto le sigue el hecho de que es utilizado invariablemente como un limitante.

En lo personal estoy en contra la violencia de cualquier tipo, entendiendo por violencia a cualquier tipo de avasallamiento de la privacidad ajena y sinceramente no creo que este tipo de actitudes se pueda ACOTAR al género, sin pretender obviar proteger a la parte menos poderosa de la relación.

Con motivo de este post, me puse a hacer memoria (tarea difícil para mi si las hay) y descubrí para mi sorpresa que de niña / jóven (si, aún me acuerdo....y no, no había dinosaurios) las situaciones más violentas que viví tuvieron como protagonistas a mujeres.
Sin ir más lejos, mi abuela (Dios la tenga en la gloria y no la deje bajar) al entererse que me iba a casar, le dijo a mi candidato en ese momento, hoy ex, delante mío y sin que se le moviera un músculo “Con esta inútil te vas a casar?”, obviamente refiriéndose a mi persona.

También ha colaborado mi madre, quien frustrada por mis inútiles esfuerzos por bajar de peso me dijo también sin inmutarse “Tu problema es que nunca fuiste lo suficientemente desagradable como para que los chicos te rechacen”.... si eso no es violencia, la violencia dónde está?
Lo peor de este tipo de violencia es que lo que hace que el destinatario (yo en este caso), además de padecer ese increíble avasallamiento se vuelve más permeable a la violencia en el futuro, porque se naturaliza y uno se acostumbra a vivir de esa manera.

Volviendo al comienzo la palabra género me parece (por lo menos) autodiscrimitatoria, hace que el problema esté en otro lado, lejos, como si de alguna manera uno fuera acreedor a la violencia por pertenecer a determinado grupo y por lo tanto es de otro la responsabilidad de que esto deje de suceder.....en vez de empoderar a la parte más vulnerable para que por si misma pueda repeler esa agresión y cualquier agresión en el futuro.

Convengamos que el termino género está tan bastardeado que se abusa de él también con frases como “solidaridad de género” que debe haber nacido a la calor de buenas intenciones, pero que se ha desvirtuado en la práctica en su mayoría por mujeres pseudofeministas, que en general acusando de machista al resto del universo, empatizan y se rasga las vestiduras con la pobre mujer de la villa, llena de hijos y molida a palos por el concubino del momento, pero es incapaz de darle una mano a su amiga que casa de por medio que fué abandonada por su marido de toda la vida a recuperar su dignidad y autoestima...a sentirse valiosa otra vez.

Así que queridísimos seguidores, desde éste, mi rinconcito virtual nos insto, a ustedes y a mi misma a que seamos solidarios con cualquiera que lo necesite y no seamos violentos con nadie y de ninguna manera y dejemos el “GÉNERO” para la costura, pues es allí donde es realmente útil.