Sunday, September 25, 2011

Diálogos descolgados VI o "Sonría......lo estamos grabando"



Hace unos meses me toca atravesar por lo que creo que es el comienzo (demasiado prematuro para mi gusto) de la pubertad de mi hija Sofía. No sé (me tengo que ocupar del particular) en qué nivel estaremos a nivel físico, lo que si es seguro que la parte emocional de mi pequeña/gran princesa comenzó el derrotero errático de la preadolescencia, que se traduce en cambios abismales de estado de ánimo, risa descontrolada y llanto profundo.

Lo único que puedo determinar como una constante de este momento histórico es un (mal llamado por mi) mal-ondor, acompañado de un (también mal llamado) biri biri de fondo que no son ni más ni menos que un estado permanente de disconformidad, acompañado por una protesta bajita pero constante.

Tal como el resto de los días me disponía a desenredarle el pelo a mi en ese momento “furiosa” hija, quien gesticulaba con cara de llanto palabras para mi ininteligibles, pero de simple decodificación para quien viene desenredándole el pelo los últimos 8 años……….simplemente le molesta.

Su carita hermosa estaba teñida de manchas rojas, lágrimas y mocos, producto del esfuerzo por quejarse (por enésima vez), de una situación inevitable. Entonces para cambiar un poco el foco de su enojo, decido comentarle algo que había escuchado esa mañana en la radio. La noticia (que era absolutamente intrascendente) y como único fin tenía hablar de algo con ella era un estudio de una Universidad que para el momento ya me había olvidado, que la gente que se reía vivía más tiempo.

Para mi sorpresa luego de un gran suspiro se seca las lágrimas/mocos con la manga del buzo que hacía de desabillé (hecho que dejo pasar como si no viera por el simple hecho de que para de quejarse por un ratito) y dándose vuelta y mirándome a los ojos con cara de quién descubre algo nuevo me dice: “Mamá, yo siempre pensé que vos te ibas a morir antes que papá ya que sos más vieja (recordemos que soy 6 años mayor que él), pero con lo que me acabás de decir, seguro que le toca a él primero”.

Ahora la que tenía la cara atónita era yo que me empecé a reír, y reí hasta las lágrimas y por partida doble, porque con su contundente comentario me llamó la atención sobre dos hechos que muy probablemente deba llevar a terapia.

Por un lado tomo con una naturalidad brutal el tema de la finitud de la vida, o mejor dicho de la muerte y me hizo detener en el hecho de que no sé en qué momento de mi vida la muerte se volvió una contracara de la vida en vez de una continuación natural de la misma y por ende arrasó con la aceptación que este hecho inexorable debería tener.

Por otro (y esto me enterneció) la idea de que esta gruñoncita mía me vea como un ser alegre y por ende acreedora a unos añitos más de vida, me sorprende y me enorgullece, porque como siempre digo, un ser carente de autoestima, se nutre de las visiones ajena (buenas o malas) y esta imagen mía risueña quizás no me va a alargar la vida, pero sin duda me hizo un ser más feliz hoy.

Wednesday, September 07, 2011

Hay...silencios que prefiero callar, mietras vos jugas.



Hace veinte minutos que me limito a observarlos en silencio…

Tal como el resto de los días al entrar en su cuarto me clavé algo, un OCI (objeto contundente indescriptible y o indescifrable) en el pie, pero hoy a diferencia de los otros días no tuve fuerzas ni para putear.

Escucho embelesada el sonido rítmico de sus respiraciones (ella más nasal, el hace más ruidos con su garganta) y son como música para mis oídos.

Me muero de ganas por abrazarlos, pero no quiero despertarlos porque necesito hacer carne la imagen que me brindan sus angelicales caras dormidas.

Hace un par de horas mientras volvía del centro en el Chevallier y twiteaba alguna intrascendencia me paralizo el hushtag #MataronaCandela, noticia que hecho por tierra la esperanza de encontrar con vida a una criatura de 11 años secuestrada hacía nueve días.

Esa fue la misma noticia que me dio mi hija mientras me daba el beso de bienvenida a casa con su carita de incomprensión pues es algo que no llega a comprender desde sus 8 años de edad.

Ahora me limito a mirarlos, disfruto de su proximidad y del olor a jabón y shampoo que hay en el cuarto cerrado producto del baño nocturno diario.

No puedo dejar de agradecer a Dios o al Universo, (como sea que quieras llamarlo) que me permite estar con ellos un día más, taparlos y acomodar sobre sus almohadas sus juguetes favoritos.

No sé que le pasará al resto de la gente, pero yo suelo dar por sentado que ellos siempre van a estar en casa cuando llego, simplemente lo asumo con una naturalidad casi ingenua. Y digo ingenua por no decir absurda cuando pienso una vez más en esa mamá que por primera vez hoy, se va a ir a acostar con la certeza de que nunca más va a volver a ver a su bebé con vida ……..mientras los míos están aquí a menos de un metro, conmigo…….y por un rato, sólo por un rato hasta que me vuelva a asaltar la urgencia de lo cotidiano me siento tristemente LA MUJER MÁS FELIZ DEL MUNDO.