Sentate pero no te pongas cómodo
“Pero no te das cuenta que venís
haciendo eso hace mil años y no te está resultando? dije
lapidariamente a través del teléfono sostenido entre hombro y oreja
mientras lavaba unos platos. Lo dije secamente, de una manera áspera
y si se quiere en un tono (una octava?) más alta de lo habitual. Tan
sorprendida estaba de mi propia reacción que me hizo preguntarme si
realmente le estaba hablando a Oscar, mi entañable amigo, o me lo
estaba diciéndo a mi misma ( Sabina hubiera dicho: “a ti te estoy
hablando a ti, que estás metida en tu pellejo”). Como de
costumbre aparecen los niños, piden algo y “chau, chau hablamos a
la noche”, corte intempestivo a mi amigo que está acostumbrado a
hablar conmigo en capítulos o cuotas.
Pasaron un par de horas hasta que
recordé (soy como Doreen de “Buscando a Nemo”) no lo que le
había dicho a esta altura a “mi confesor”, sino en la forma en
que lo había hecho.
Me di cuenta que mis modos tenían que ver con una clasificación (si una más) propia entre las personas que
abrazan el cambio de manera constante, y aquellos que preferimos
perseverar en situaciones, aun a pesar de nosotros mismos...Bahh, en
realidad lo que me molestaba no era la clasificación en si misma sino
en cual de los dos grupos me ubico (yo la que esta “calentita en
su nido”, según definición de amiga(?)cuya identidad voy a resguardar).
Creo incluso, que es una actitud (el no cambio) ante
la vida que se plasma en lo corporal. Y aquí apelo a aquellos que me
conocen “en la vida real” que pueden dar fe de que si bien soy
una persona físicamente activa, cuando me siento, en realidad no me
siento, me desparramo....siempre que estoy quieta tengo este aspecto
de “caída del pullman”, parezco mimetizada con el asiento en
cuestión......sea cual sea la comodidad del mismo. Y no te cuento
cuando me acuesto, en cuyo caso me falta la cinta aisladora alrededor
del contorno cual escena de un crimen.
Pero volviendo a la conversación
original pensaba en cuántas veces elijo “no cambiar” (porque soy
rubia pero no tanto como para no darme cuenta que es también una
forma de elegir) por temor a lo desconocido. Que la situación en la
cual estoy esta buena.....pero buena, por falta de comparación.
Quizás (y conste que sólo digo
quizás) sea cuestión de acostumbrarse a mirar un poco más
alrededor, aún cuando creemos estar en situaciones que percibimos
como buenas (o ideales), para imaginar otros posibles escenarios, en
los cuales terminaríamos decidiéndo (o no) sostener lo que
sostenemos. Y cuando digo sostener, me refiero a que cuando elegimos, lo hacemos en determinado contexto que varía constantemente y que de alguna manera (muy a mi pesar), nos obliga a cuestionar una y otra vez si aquello que elegimos en el pasado se corresponde con la "realidad actual"
En definitiva creo debe haber pocas
satisfacciones más grandes que darse cuenta de que uno esta donde
está, porque quiere, porque elegió conciente y voluntariamente...
no estar en otro lado.